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10 consejos para implementar la disciplina positiva

Laura

2 feb 2022

¡Hola, hola! Tras haber trabajado sobre ciertos conceptos, hoy vamos a hacer un pequeño resumen sobre diez cosas que Jane Nelsen nos invita a tener en cuenta a la hora de educar siguiendo los principios de la disciplina positiva.

  1. Conexión antes que corrección

¿Recuerdas que la finalidad de muchos comportamientos en nuestros peques eran sentirse pertenecientes? Para favorecer el vínculo y crear relaciones más estrechas, es importante verbalizar los sentimientos y validar lo que ellos sienten también. Si sentimos que el conflicto se ha convertido en una lucha de poder, estas estrategias nos pueden ayudar a acercar posturas y a demostrar nuestro amor incondicional aun cuando no estamos de acuerdo con lo que está sucediendo. Por ejemplo, volviendo al ejemplo del cuento del otro día, podríamos contestar “Te quiero y mañana leeremos otro cuento”. Aunque estemos sentando un límite a su petición, estamos explicitando que nuestro amor hacia ellos/as no ha cambiado. Por el contrario, cuando damos un mensaje de “te quiero si… recoges/vienes aquí/colaboras”, damos a entender que solo bajo nuestras normas y circunstancias ellos se sentirán queridos, y creo que ni a ti ni a mí nos gustarían que nos trataran así en nuestra familia, ¿no?

Asimismo, cuando en lugar de invalidar sus sentimientos mostramos comprensión hacia sus preocupaciones, su nivel de enfado baja y es un poco más sencillo conectar. “Entiendo que estés cansado (validar) y ahora toca recoger los juguetes (corregir/recordar algo que no va a ser de su agrado)”, “Entiendo que quieras contarme tu día (conectar), ahora enseguida estoy contigo (pedir un poco de espera)”. 

  1. Involúcralo/a

En lugar de darles una respuesta o una indicación directa, podemos utilizar preguntas de curiosidad para que sientan que colaboran con las actividades. “¿Dónde ponemos la ropa sucia?”, “¿Qué falta por poner en la mesa?”, etc. Cuando ofrecemos opciones aceptables, estamos respetando nuestros límites a la vez que dejándoles participar en las decisiones. Por ejemplo, en el enunciado: “¿Qué quieres recoger primero, los coches rojos o los verdes?”, le estamos invitando de forma amable a recoger (esta es la parte no negociable) y él/ella tendrá la potestad de elegir por dónde empezar. Lo mismo con el mensaje: “Esta noche leeremos un cuento, ¿quieres elegir el de Caperucita o el de El monstruo de colores?. También podemos pedirles ayuda con tareas sencillas para que se sientan contribuyentes y a su vez interioricen el pedir ayuda como parte de su día a día. 

  1. Crea rutinas

Las rutinas son grandes amigas de nuestros peques y también ayudan a fomentar la autonomía y a evitar conflictos. Podéis crear un cuadro/cartulina/espacio con ellas donde aparezcan de manera visible y podáis consultarlas a menudo. La creación de estas, así como de las normas, es bueno que se haga en familia, para que todos los miembros se sientan parte. Este factor hace que el cumplimiento por parte de los peques sea más riguroso (cuando son mayores de 3 años, antes son los/as p/mamás los que eligen).

  1. Enseña respeto siendo respetuoso/a

Como mencionaba mi mentora Marisa Moya, uno no puede enseñar lo que no posee. Dirigirnos a los niños/as mientras gritamos “¡te he dicho que no grites!”, es esperar de ellos algo que no están viendo en nosotros. Lo mismo sucede con el respeto. Recordemos que ellos absorben e interiorizan lo que ven, por tanto es esencial que las peticiones que les hagamos y la manera de relacionarnos con ellos sean respetuosas. Podemos ser firmes y amables a la vez, por ejemplo, en la siguiente situación: “En cinco minutos tendremos que apagar la tele, ¿quieres elegir una última canción para ver?”. Aunque probablemente a nuestro peque no le va a gustar la idea demasiado, seguro que reacciona mejor si ha tenido este preaviso que si llegamos y apagamos la tele sin avisar. Su concepción del tiempo y de los 5’ puede ser muuuuy distinta a la nuestra.

  1. Usa tu sentido del humor

A veces, sobre todo cuando son pequeñitos, los niños/as pasan de la risa al llanto en un segundo y viceversa. En ocasiones, proponer juegos o hacerles reír los hace quedarse parados por lo inesperado de la situación y cambiar el chip. ¡Pruébalo alguna vez cuando veas que entráis en bucle! Quizás una carrera para ver quién recoge más cosas al quitar la mesa pueda ser divertida.

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  1. Empatiza con sus capacidades 

A veces nos cuesta empatizar con sus habilidades en ese momento y actuamos de una manera desproporcionada para ellos. Por ejemplo, cuando un niño de 3 años empieza a sacar juguetes y llena el comedor de estos. Probablemente, a las 20h, antes de la ducha y arrastrando el cansancio de todo el día, nos va a suponer una discusión porque cuando se gire y vea todo lo que tiene que recoger, vendrá el Señor Enfado. Es importante dejar que sientan la emoción y no rescatarlos siempre de las situaciones, pues esto hace que no lleguen a conocer las consecuencias. 

  1. Amable y firme hasta el final

Si es hora de irse del parque, podemos validar sus sentimientos (“Entiendo que estás enfadada…”) y seguir con la norma (“y es hora de ir a casa a ducharse”). Cuando la ocasión lo permita, podemos añadir alternativas que le vayan a hacer tomárselo de una manera más agradable, como por ejemplo, añadiendo opciones limitadas: “¿te gustaría que volviéramos a casa andando o jugando al ‘veo, veo’?”. Si un día cedemos a su petición, observarán el patrón y en veces siguientes volverán a intentar obtener lo mismo por el mismo medio (llorar, insistir, etc.). ¡Recuerda que la decisión debe ser respetuosa para ambas partes!

  1. Sé paciente

La disciplina positiva nos ayuda a aprovechar los conflictos como momentos de aprendizaje (para entrenar las habilidades de vida que nos gustaría transmitirles), pero esto no significa que seamos perfectos ni que nuestros hijos/as vayan a reaccionar de manera empática y positiva todas las veces. ¡Qué fácil sería! La práctica hace maestros, y nos tendremos que felicitar cuando conseguimos mantener la calma durante una rabieta. Poco a poco iremos poniendo en práctica ciertas herramientas (validar sentimientos, sentar límites firmes y amables, hacer preguntas de curiosidad, controlar nuestros propios impulsos…) y disfrutaremos de las veces que lo consigamos. 

  1. Supervisión, distracción y redirección

Sobre todo en el caso de los menores de tres años, la distracción y redirección son dos herramientas esenciales, pues son mucho más emocionales y la parte de su cerebro que se encarga del razonamiento todavía está inmadura. Martina, con año y medio y con una sed insaciable después de haber jugado en el parque, no puede entender que el camino a casa es corto y que tiene que esperar a beber. Quizás cantar una canción por el camino hasta llegar le hace olvidarse un poco y aguantar mejor… La supervisión es imprescindible en todas las edades para velar por su bienestar físico y mantenerlos alejados de los peligros. 

  1. Tu peque es único/a

Cada persona tenemos diferentes fortalezas y debilidades. Tener las expectativas demasiado altas sobre lo que nuestro peque puede hacer os llevará a él y a ti a sentiros frustrados. Disfruta del proceso, de los aprendizajes, y del amor incondicional hacia ellos. Observa lo que necesita (no lo que tú crees  o tú necesitarías) y ofrece situaciones que le ayuden a reforzar aquello en lo que se sienta menos seguro y a potenciar aquello que le guste o se le dé bien. Por ejemplo: Raquel, hija de Marta, 4 años, se esconde entre las piernas de su madre cada vez que bajan a las reuniones sociales de la urbanización. Marta es extremadamente sociable (y su hija extremadamente tímida) y quiere que su hija dé dos besos a todos los vecinos, porque si no “¿qué van a pensar?”. ¿Es esto una necesidad de la peque o de su madre? ¿Querríamos potenciar esta conducta o quizás podríamos intentar trabajarlo de otra manera como, por ejemplo, juntando a un grupo de nenes de su edad con los que pueda abrirse cuando se sienta con confianza y jugar con ellos? Observa y ponte en sus zapatos, luego decide y actúa en base al propósito que te has planteado.

¿Te ha venido a la mente alguna alternativa durante la lectura del post? ¿Te ves capaz de resolver así algún conflicto que surja durante los próximos días? ¡Te leo! 

📚 Referencias bibliográficas:

Nelsen, J., Erwin, C., & Duffy, R. A. (2015). Disciplina positiva. Los tres primeros años. (1.ª ed.). España: Ediciones Omega, BCN SL. España: Ediciones Omega, BCN SL.

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