¡Hola, hola! En anteriores posts hablábamos de algunas habilidades de vida que nos gustaría que nuestros peques adquiriesen, y entre ellas estaba la importancia de ver el error como una oportunidad de aprendizaje. Esta es una de las herramientas de la disciplina positiva, pero antes de comentar los pasos, vamos a volver a sacar la 🔍 y a volver a ver qué hay detrás. Recuerda que lo que siempre nos va a dar información es observar qué no se ve, el cuerpo del iceberg. Una vez detectado, será entonces cuando podamos aplicar las herramientas.

Para que entendamos por qué es importante ver los errores desde un punto de vista natural y con potencialidad de mejora, primero recordaremos que los niños y niñas quieren pertenecer y que su comportamiento se orienta por metas. ¿Alguna vez tu peque ha hecho una cosa que ha provocado una carcajada tuya y después lo ha repetido cerca de unas 257 veces? Su meta es sentirse querido/a y hacerte reír. A este enfoque, Dreikurs añade que nuestros pequeños seres sociales son muy buenos observando (por ejemplo: hay una persona más en la familia) pero no tanto interpretando (si me comporto como este bebé mis papás me harán más caso y seremos más felices). En futuros posts nos centraremos en las metas equivocadas, una de las bases para comprender qué hay detrás de los sentimientos.

Otra parte que no podemos dejar de lado, sobre todo si analizamos con nuestras lupas de observadores, es que “el sentimiento que hay detrás de lo que hacemos o decimos es más importante que lo que hacemos o decimos” (Nelsen, 2001, p. 31). No es lo mismo decir “¿Qué aprendiste de esto?” con un tono conciliador y esperando la respuesta, que cuando nos está saliendo humo por las orejas. Tanto el lenguaje no verbal como el tono de voz influyen directamente en esto. Si a Lucía se le cae la leche cuando está llevando el vaso al comedor, seguramente preguntarle “¿Cómo lo podemos solucionar?” le haga sentir que la idea y la solución esté en sus manos, y su cerebro lo aceptará mejor que si suena el imperativo de “Recógelo.” seguido de “Te lo dije, no estabas prestando atención, etc.”. A veces es fácil que una consecuencia lógica, con un tono no cordial o respetuoso, se convierta en castigo o manipulación. Preguntar en lugar de decir es uno de los métodos que podremos encontrar entre las herramientas de DP. ❓

Hablando de la importancia de los sentimientos y de cómo percibimos los mensajes, me gustaría que pensaras en tu infancia por un par de minutos y recordaras momentos en los que has sentido vergüenza y culpa por cometer un error, intentando recordar el tipo de mensaje que recibiste al cometerlo. ¿Cómo fue el tono? ¿Te sentiste encasillado/a? ¿Se te colocó una etiqueta que a día de hoy aun te dices? ¿Afectó esto en la manera en la que tú te percibiste? 

Por ponerte un ejemplo, a nivel anecdótico, yo siempre he sido / soy una persona torpe (más adelante comentaremos el gran cambio entre “ser” y “estar” y lo que esto afecta a los peques). Manchas al comer, caídas, derrame de líquidos… En mi entorno había una persona que era muy estricta y no podía soportar esto en mí. ¿Resultado? Cada vez que sentía la presión de que me estaba mirando, intentaba contenerme, pero estos nervios hacían que me pasara con más frecuencia. Durante muchos años fue fuente de preocupación y de autoexigencia, porque además, como niña, se me pedía un control cuyas expectativas no estaban ajustadas. Con el tiempo lo he tomado con humor y lo he entrenado para mejorarlo, pero forma parte de mí, lo acepto, me río cuando esto pasa, y trabajo por repararlo. Igual que este sentimiento de insuficiencia ha evolucionado de esta manera por tener un entorno seguro, hay muchas otras creencias que vamos generando en los peques que van dejando huella y afectan directamente en cómo se enfrentarán o comportarán en el futuro.