Pilares básicos de la inteligencia emocional

Según la UNESCO, aprender a ser es un derecho para los futuros ciudadanos, los niños y niñas; y, por ende, un deber del profesorado y de las familias el crear un espacio para que la educación emocional se desarrolle en su persona y complemente la adquisición de los cuatro pilares básicos expuestos por Ribes et al. (2005):

Conciencia emocional

El primer paso a trabajar es la conciencia emocional. Cuando los niños y niñas tienen menos de 3 años, todavía no saben diferenciar los estados de ánimo y entender que yo puedo estar contento a la vez que mamá está enfadada. Poco a poco, adquieren conciencia de los diferentes estados de ánimo (propios y ajenos) y comienzan a poner nombre y a entender lo que pasa en su cuerpo y la respuesta física a estas emociones (cuando me enfado siento que mi cara se pone roja y caliente, cuando tengo miedo me paralizo, cuando estoy contento/a quiero reír…). 

Regulación emocional

Una vez entendemos lo que nos pasa y sabemos reconocerlo (lo cual se dice rápido pero a veces hasta a los adultos nos cuesta pararnos a distinguir si lo que sentimos es enfado, culpa, envidia…), podemos pasar al segundo paso, el cual es la regulación emocional (tolerancia a la frustración, pensamiento positivo). Más adelante hablaremos del cerebro reptiliano y lo que pasa en nuestra mente cuando nos “destapamos”, pero básicamente el siguiente paso es controlar nuestro propio cuerpo y hacernos dueños de cómo afrontar la situación. En los momentos de conflicto es cuando más a prueba nos ponemos, pues luchamos por calmar nuestro instinto, y de los cuales más podemos aprovechar para aprender. Hablar sobre lo que ha respondido nuestro compañero de trabajo desde fuera es fácil, ¿pero qué tal llegar a casa a las 8, después de un día duro de trabajo, y verte la cocina llena de platos hasta arriba porque a alguien que tú conoces se le ha olvidado fregar…? 🤭

No sé a ti, pero a mí hace tiempo me ponía de muy mal humor que alguien me preguntara si estaba de mal humor (valga la redundancia…). ¿Por qué? Porque no estaba validando lo que sentía. Si no admito que estoy enfadada, quizás pueda intentar convencerme de que no lo estoy, de que es la percepción de los demás… Porque no me gusta estar enfadada, tendría que estar feliz, no tengo motivos para estarlo… ¡Mec! Error ❌ Paso 1: validar/reconocer, paso 2: regular. Hasta que no acepto mi enfado, el cual me quiere decir algo y me está mandando un mensaje, no se puede ir, pues no me estoy dejando ayudar por él… 

Desarrollo de la autoestima

El siguiente bloque, el cual tiene lugar durante todo el proceso, es el autoconcepto (visión de uno/a mismo/a) y la autoestima (valoración sobre esta percepción) están estrechamente ligados entre ellos y se forman, en gran medida, en base a las experiencias vividas. Se debe potenciar la valoración positiva de las diferencias entre las personas, pues esta perspectiva fomenta la tolerancia y aceptación de la diversidad, así como el respeto a nuestra propia forma de ser. La finalidad de la educación emocional, dentro de un estilo de enseñanza democrático, es que la persona sea capaz de conocer sus capacidades y sus limitaciones, aceptando positivamente la realidad y confiando en sus posibilidades de acción; esto contribuye a la formación de una autoestima equilibrada. El papel de la escuela y de las familias de ánimo y muestra de afecto es relevante en dicha configuración, pero sin llegar a la sobreprotección ni exigir por encima de las capacidades del niño/a. Dejamos ser y acompañamos. 

Mientras nos conocemos a nosotros mismos, también comenzamos a establecer relaciones sociales, las cuales necesitamos que sean satisfactorias para que afecten de una manera positiva a nuestra autoestima. Se destaca la necesidad de desarrollar la empatía (ponerse en el lugar de los otros) como eje fundamental para una buena socialización, pues se abandona el egocentrismo inicial para asumir una perspectiva social: ahora que ya tengo mis necesidades cubiertas, me empiezo a interesar por las tuyas y por conocer tus intereses. Las habilidades a desarrollar pueden agruparse en tres bloques: habilidades básicas de conversación (escucha, respuestas asertivas, respetar el turno de palabra, etc.), autoafirmación (solicitar ayuda) y resolución de conflictos (conocimiento de normas, pensamiento alternativo, etc.).

En resumen y en relación con las habilidades de vida de la disciplina positiva que comentábamos antes, Rafael Bisquerra (uno de los mayores referentes en Educación Emocional), define la máxima meta en adquirir hábitos y pensamientos que ayuden a conseguir calidad de vida en un futuro: autonomía para realizar cosas, autorregulación y valoración del esfuerzo para conseguir éxito en el aprendizaje, la superación de frustraciones, etc. El papel del adulto consiste en generar un ambiente en el que los niños y niñas sientan afecto pero a la vez establecer cierta distancia que les permita ganar autonomía con el paso del tiempo (resolución de conflictos, toma de decisiones, desarrollo de creatividad, etc.). 

A veces conocer todo el proceso de aprendizaje nos ayuda a poder analizar paso por paso qué competencias tenemos adquiridas y cuáles están proceso y necesitan revisarse. ¿Se te ocurre alguna situación que quieras compartir sobre educación emocional? ¿Te gustaría que compartiéramos materiales que nos ayuden a trabajar estos bloques? 🤗 Si tienes dudas sobre cómo abordar un caso y necesitas ayuda, estaré encantada de contribuir! 📩 ¡Hasta la próxima!  👋🏻

📚Referencias bibliográficas:

Bisquerra Alzina, R. (2003). Educación emocional y competencias básicas para la vida. Revista de investigación educativa, 21(1), 7-43.

Gardner, H. (2001). La inteligencia reformulada. Las inteligencias múltiples en el siglo XXI. Barcelona: Paidós.

Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. New York: Bantam Books

Ribes, R. et al. (2005). Una propuesta de currículum emocional en educación infantil (3–6 años). Cultura y educación, 17(1), 5-17.