¡Buenos días, feliz domingo! ☕  ¡Y Feliz Día del Libro! Es, sin duda, uno de mis días favoritos del año. 📚 Antes de que se me olvide, por aquí te dejo los horarios de la Feria del Libro de Valencia (la cual suelen poner en los Viveros), por si te apetece ver qué autores la visitan, actividades en familia, etc. Ahora sí, ¡vamos con el tema de hoy!

Hace unos días surgió la polémica sobre la interacción entre el Dalai Lama y un niño, a quien le daba un beso en la boca y le pedía “de broma” que le chupara la lengua. A raíz de ahí, han salido muchos más vídeos de otras situaciones en las que esta persona se sobrepasaba y ponía a otra gente en momentos tensos y de invasión de su intimidad. Personalmente, me resulta repugnante, 🤮; el abuso infantil es algo muy delicado y que no entiendo cómo a alguien se le pueden pasar por la cabeza este tipo de conductas, pero es algo que existe y debemos protegerlos.

En anteriores momentos hemos hablado de cómo sentar límites de manera respetuosa hacia nuestros peques, y hoy quería focalizar en la parte de enseñarles a ellos cómo sentarlos, y, no menos importante, respetarlos una vez los sienten.

En pequeñas actuaciones del día a día, sobre todo incitados por personas más mayores (en esto puedo decir que, al menos a mi alrededor, ya observo un cambio a la hora de forzar a los peques), muchas veces nos dejamos llevar por las normas sociales y la “educación”, e invitamos a nuestro peque a que le dé un abrazo o un beso a alguien que no conoce. Sí, en ese momento estamos anteponiendo el complacer a una persona por encima de las necesidades de nuestrx hijx, como cuando nos sale reñirlos/as (sin escuchar previamente su argumento) u obligarles a compartir algo por no escuchar al desconocido del parque.

Puede que pienses que sea tiquismiquis, pero yo todavía recuerdo momentos en los que tenía que ir a visitar familia lejana, o cruzarme con amigas de mi abuela que me iban a pedir “un besito” y que no sabía ni cómo se llamaban. Recuerdo los olores de algunas personas, el pintalabios rojo… y en ese momento no podía evitar el sentimiento de rechazo que me provocaba. ¿Lo hacía? Sí. ¿Trauma? No, pero para personas con alta sensibilidad (PAS) estos pequeños gestos pueden suponer más que para alguien a quien los estímulos de alrededor no le supongan tanto.

¿Cómo puedo ayudar a mi peque a sentar límites físicos?

Personas que han sufrido abusos sexuales en la infancia, habían ido normalizando los tratos o cómo esa persona les había incitado a ir a un lugar, tocar ciertas zonas de su cuerpo, etc. y, por miedo, o por llegar a pensar que eso era normal (recuerda que los niños/as no han tenido tiempo de ser adultos todavía, no tienen los conceptos tan claros y por eso la importancia de enseñarles), habían callado y permitido durante mucho tiempo, teniendo luego un daño irreparable. ¿Quiero decir que esto se puede comparar a que yo como madre quiera recibir cariño por su parte, o que por ejemplo sus abuelos lo reciban? No, pero no por ello podemos pensar que solo por ser mayores tenemos la autoridad de escoger cómo deben demostrar ellos el afecto. Su cuerpo es suyo. Por su protección y por su desarrollo positivo, podemos poner en práctica lo siguiente:

• Expresar qué nos gusta y qué no. 👌🏻 Podemos normalizar hablar con ellos que nos gusta que nos hagan masajes en los pies, o que por el contrario las cosquillas son tantas que son molestas y preferimos en otra parte del cuerpo; podemos decir que nos gusta que nos den besos en la cara o en la frente, que preferimos los abrazos, que hay familias que se dan besos en la boca pero que si vemos que nosotros lo hacemos y otros peques no, tenemos que preguntar dónde prefieren recibir los besos, etc. Entran tantas cosas en juego a nivel social, cultural, etc., que es tan importante diferenciar lo que nos gusta y lo que nos incomoda a nivel personal como ver las reacciones en el otro.