¡Hola, hola! En varios posts anteriores hemos comentado la importancia de seguir los intereses de los peques, sobre todo cuando son pequeños y las pistas que nos den con lo que exploran (ya que esto demuestra que necesitan refinar esas habilidades, y es cuando tienen lugar los periodos sensibles, o etapas en las que la mente absorbente se focaliza en una habilidad y muestra más capacidad para aprenderla durante este tiempo (hasta los 6 años). A veces ellos no saben por qué les interesa algo, pero nosotros podemos leer entre líneas y aprovechar el momento:

"Un niño no sabe por qué le interesa un objeto o un movimiento concreto en un momento determinado; lo importante es que le interesa, y que es natural que su mente crezca igual que su cuerpo, por lo que lo que le interesa en ese momento es adecuado a sus necesidades."

María Montessori habla a los padres, p. 23

Cuando empecé a estudiar Montessori, una de las primeras cosas que más me me gustaron de los escritos que leí (aunque en el fondo luego te das cuenta de que es inherente a la esencia) fue la importancia que la doctora daba a los/as niños/as y a su dignidad como personas completas, no considerándolos menos que a los adultos. También me gustó, cuando mencionaba las cualidades de una guía o de adulto preparado, que hablaba de la humildad como una de las bases a desarrollar. Cuando entendemos que los peques son los protagonistas de su propio aprendizaje, dejamos de atribuirnos los logros (por ejemplo: nuestro bebé aprenderá a gatear/andar por sus medios, nosotros solo tenemos que preparar el ambiente.). Si realmente queremos establecer una relación horizontal con ellos, debemos ser humildes y no creernos superiores, teniendo la voluntad de aprender de ellos y con ellos día a día.

Estudiando la etapa de Casa de niños (3-6), los materiales más o menos tienen una secuencia linear y las directrices son más claras. Pero ahora bien, cuando me interesé por estudiar Taller 1 (6-9) y me encontré con la educación cósmica… entendí que el “no lo sé” iba a formar (y así tenía que ser) parte de mi aula en cada momento. Pista: hasta entonces, “Miss Laura” no se llevaba demasiado bien con la incertidumbre y el no poder tener las cosas lo más atadas posible. En cuanto comencé a trabajar con esta edad y asumí que era imposible poder tener de antemano materiales sobre todo aquello que les fuera a interesar, entendí que el camino lo teníamos que construir juntos y que eso era lo bonito.

Reconocer que no sabemos las cosas es la base para sentar horizontalidad con ellos y que vean que todo el conocimiento es importante. No es ser débil, ni ignorante, sino una cura de humildad para el adulto y un trampolín para que los peques entiendan que la información está para compartir y se sientan importantes cuando hacen algún hallazgo que otras personas no sabían. El “no lo sé, ¿qué te parece si lo buscamos?” puede ser el origen de muchos proyectos. Como dice el doctor Francisco Mora, “El cerebro solo aprende si hay emoción”. Mostrar que no sabemos algo hace que quieran buscar las respuestas por sí mismos y comience un proceso de aprendizaje más profundo.