3. Ajusta tus expectativas. Ya que ellos no tienen todas las capacidades y necesitan que funcionemos como su corteza prefrontal, somos nosotros los que tenemos que adelantarnos y poner un plus de gestión emocional que les va a faltar a ellos. Sí, salir de casa con la crema, los cacharros de la playa, con una chancla perdida y un juguete olvidado, puede llegar a ser un gran reto. Ajusta tus expectativas y da por hecho que te van a llenar la toalla de arena, que igual no quieren comer porque prefieren estar en el agua y que va a ser difícil que no se te duerman en el coche a las 7 de la tarde cuando estén de vuelta si se han saltado la siesta porque ibais a estar allí. Para intentar fluir, tenemos que comprender que todo esto puede pasar, y está bien que pase, porque cada situación tiene sus consecuencias. No va a ser todo perfecto, pero cuanto antes asumamos que igual ese día no come arroz pero se acaba el paquete de papas o se come el helado que le ha dado la abuela, más evitaremos enfadarnos y que todas estas situaciones nos fastidien el día de playa. ¿Y de qué necesitamos una dosis extra en estos momentos? De paciencia y de comprensión. Esta idea me gustaría enlazarla con el siguiente punto.

   
   

   

   
   

4. Anticipación e información. Dentro de todos los cambios inevitables, conocer lo que va a pasar en el día relaja a los peques y calma un poco la ansiedad por lo inesperado. Informa a tu hijo/a de los eventos que van a tener lugar. Puedes, o bien compartirle de inicio los diferentes días, o cada mañana lo que va a suceder en orden cronológico. El contenido se simplificará según la edad y los intereses. Dentro de toda la incertidumbre, saber lo que va a pasar le hará sentir pertenencia y recordará vuestra conversación, lo que le permitirá ubicarse en un tiempo y espacio diferentes. Seguramente te encuentres con que querrán más, y tenga lugar alguna rabieta por, después de un día lleno de planes y una semana sin parar en casa, enfadarse porque no quieren cenar allí y quieren McDonald’s. En esos momentos, para, y piensa que son pequeños, que buscan seguir con ese pico de emoción o de dopamina que les produce el hacer todas esas cosas, y que es un pensamiento muy racional el poner en valor lo que valen las cosas, el esfuerzo que han hecho los papás, etc. Demasiado racional para el momento en el que son un manojo de emociones, cansancio y sobreexcitación. Esta idea enlaza con el siguiente punto, muy importante en esta vorágine de emociones:

   
   

5. Redirección. Poner límites en estos momentos y ser comprensivos y validar lo que sienten es lo máximo que podemos hacer. Pensar que lo hacemos por su bien y para que aprendan a valorar y a entender nos ayudará a hacerlo sin tanta culpabilidad. A posteriori, podemos ir anotando todas las cosas que hemos hecho durante el mes y analizarlas para reflexionar y sentirnos afortunados. A priori, también podemos hacer un listado con un máximo de planes especiales y dejarlos escoger (por ejemplo, 2 a la semana entre 10 ideas que hemos pensado juntos). Si ya son más mayores y el concepto de paga es algo que se quiere ir instaurando, se puede empezar a administrar el dinero y a fijar una cantidad según las posibilidades de cada familia para que traten de administrarse y valorar el poder de decisión y la importancia de sentar prioridades.

   
   

6. Me gustaría repetir la idea de la importancia de la comprensión y paciencia. Una vez más, cuando a nuestros peques les falta calma nos buscan a nosotros para que se la proporcionemos. Es importante relativizar cuando estamos cansados y pedirnos a nosotros mismos mantener la calma cuando no reaccionen de la manera en la que nos gustaría. Sus neuronas espejo nos lo agradecerán. Si tomamos el ejemplo de la lista de habilidades como algo que queremos desarrollar en ellos, podemos tratar primero de buscar la utilidad en nuestro comportamiento. ¿Para qué me puede servir una discusión o el decir que no vamos a ir a cenar si no estaba planeado aunque me insistan hasta la saciedad? Porque así les enseño la importancia de valorar lo que se tiene, de saber parar, de razonar y de comunicarme de una manera asertiva.

   
   

7. Para cerrar con estas recomendaciones, y creo que esta sería una de las respuestas que parecen comodín junto a la de “observación” o “sentido común” cuando hacéis alguna pregunta, quería hablar de la importancia del equilibrio. Al principio del episodio lo abría con el tema de las pantallas, y me gustaría cerrarlo con el mismo ejemplo. Por supuesto que tú, mamá o papá que llevas todo el año trabajando y que esperas estas vacaciones más que nadie, que quieres desconectar, que sientes el derecho a poder estar en una cena con tus amigos sin que tus niños estén gritando o molestando… por supuesto que tienes todo ese derecho, y que es normal, y no hace falta culparse por ello, que vean más televisión de lo normal, que se sea flexible con algunas ideas…pero también me gustaría destacar que es importante ser consecuentes con nuestras decisiones y ver el daño o perjuicio que podemos provocar cayendo siempre en lo fácil o permitiendo que se haga un abuso de. 

Hablaremos más en profundidad del tema de pantallas, aunque en anteriores publicaciones del blog he escrito artículos sobre ello. Esta semana te recomendaré por Instagram alternativas a ellas, y también puedes encontrar algunos vídeos hablando de las consecuencias de su uso. Quizás es mejor llevarse un libro y unas pinturas al restaurante y dejar el momento de peli y relax cuando estén en casa esperando a que terminemos la cena…

Espero que estas ideas te hayan ayudado a encontrar algunas situaciones que te preocupan y a entender un poco mejor por qué suceden. Como siempre, estoy abierta a preguntas y a intentar ayudarte un poquito desde mi parcela de poder; puedes contactarme por email o por redes sociales. ¡Hasta la próxima!