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Los peques y el maltrato infantil / abuso

Laura

24 ago 2023

No es no. “Espera” quiere decir no. “No, gracias”, quiere decir no. No saber decir no por parálisis o estado de shock significa no. Decir sí de manera coaccionada quiere decir no. Un silencio quiere decir no. “Para” quiere decir no. “No me apetece” quiere decir no. Quedarse quieta quiere decir no. No reaccionar quiere decir no. No corresponder besando quiere decir no. Apartar físicamente con el cuerpo quiere decir no. Querer decir “no” pero no poder hacerlo por abusos de poder o normalización es injusto. Tomar conciencia más tarde cuando se ha meditado y reflexionado sobre lo sucedido, quiere decir que alguien está en su pleno derecho sobre cómo se ha sentido y las emociones que han suscitado en él o ella.

Hoy hablamos sobre el maltrato infantil, los abusos físicos, emocionales y de poder con nuestros peques, de cómo algunas acciones diarias y aparentemente inofensivas pueden hacer, sin darnos cuenta, que estos se sometan a su voluntad y normalicen los abusos. Te cuento también qué podemos hacer para intentar prevenirlo.

La evolución de la situación del beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso me ha hecho recordar que hace no mucho tiempo vivimos una situación parecida con el Dalai Lama y he decidido retomar el tema sobre el que hablamos hace un tiempo.


En primer lugar, quería mostrar mi apoyo a la selección femenina y me parece una pena que sus logros y la celebración del mundial se haya visto eclipsado por todo este revuelo machista, pero seguiremos ganando estas batallas y muchas más. Ahora bien, vamos a centrarnos en los datos y en cómo podemos hacer, aparte, de por supuesto, con la toma de conciencia social, en nuestros hogares con los peques para poder prevenir los abusos de poder, físicos o psicológicos en el futuro. 


Por ahora, vamos a centrarnos en los datos sobre la infancia. Vamos con los datos sobre maltrato infantil. El abuso infantil abarca acciones tanto activas como pasivas, intencionales o descuidadas, que pueden ser esporádicas o prolongadas. Estas acciones ponen en riesgo la integridad física o emocional de los niños, su libertad, su seguridad sexual y, en términos generales, su desarrollo adecuado.

El Registro Unificado de Maltrato Infantil (RUMI), recoge las sospechas de violencia contra los menores, registró 21.521 casos notificados en España en 2021, pudiendo deducir que casi un 25% de los peques en este país han sufrido algún tipo de maltrato. 


Aunque el tipo de violencia más frecuente es la negligencia (42,75 %) y la emocional (30,75 %), , últimamente se han incrementado las de maltrato físico (5.657 en total) y las de abuso sexual (3.206).  Más de la mitad de las víctimas de maltrato a menores son adolescentes, se deduce que por ser una época en la que puede haber más conflictos familiares, pero también porque los peques llegan a una edad con la que algunos niños y niñas comienzan a atreverse a hablar. Si quieres conocer los datos y el programa en mayor detalle, puedes encontrarlo aquí.


Estos casos se suelen dar en el núcleo más cercano, por lo que son difíciles de detectar desde fuera en algunas ocasiones. Por un lado, vamos a hablar hoy sobre cómo hay ciertas acciones de violencia sutil en el hogar que pueden conducir a esto y, por otro, hablaremos sobre cómo intentar desde casa fomentar actitudes que los hagan sentirse fuertes y protegerse, en la medida de lo posible, frente a un abusador externo.


La violencia sutil en el hogar se caracteriza por ser menos evidente que las formas de violencia más directas y físicas, pero aún así puede ser perjudicial para quienes la experimentan. Cuando los peques se ven expuestos a estas cosas de manera prolongada, suelen actuar de forma más sumisa, lo que potencialmente podría derivar en el desarrollo de apegos inseguros que afectarán a la manera en la que construyan sus relaciones en el futuro. Si no lo has escuchado, te recomiendo entrar en el episodio 5, en el que hablamos sobre cómo configuramos nuestras creencias para que puedas entender mejor cómo se establecen las lógicas individuales. Vamos con algunos ejemplos:


  1. Manipulación emocional: Esto implica el uso de tácticas para controlar las emociones y percepciones de alguien. Puede incluir hacer sentir culpable a alguien constantemente, utilizar el silencio como forma de castigo o jugar con las emociones de la persona.

Por ejemplo, cuando atribuimos una carga de responsabilidad a un peque que no le corresponde, estamos manipulando y cambiando su versión para no asumir las responsabilidades. En el caso de Rubiales, él quería cambiar la percepción de la propia futbolista y de los espectadores al decir que algo había sido consentido, o cuando alguien le da un cachete a su hijo y le dice “me lo estabas pidiendo”, o se utiliza la típica frase de “si te doy verás cómo lloras con motivo”. Hay una serie de invalidaciones detrás y distorsiones de la realidad que hacen que la otra persona se cuestione lo sucedido y asuma la culpa, sin tenerla. Esto, a la larga, puede llevar a que uno no se sienta válido para tener derechos, o que alguien piense que por llevar una falda muy corta o por vestir de determinada manera le estaba dando derecho a la otra persona a pensar que quería recibir un acercamiento sexual. 

  1. Desprecio y críticas constantes: Hacer comentarios negativos sobre la apariencia, habilidades o personalidad de alguien de manera continua puede minar su autoestima y bienestar emocional.


Repetir patrones como “tápate más”, “pareces que insinúes si vas así vestida”, decir que son inútiles, que no saben hacer esto o lo otro… hace que la autoestima de los peques se vea afectada y que, en el caso de que en el futuro se expongan a una situación de abuso de poder, o abuso físico, crean que la otra persona puede hacerlo porque son mejores o tienen más poder de decisión que ellos. 


  1. Control excesivo: Ejercer un control excesivo sobre la vida de alguien, como limitar sus contactos sociales, rastrear sus actividades en línea o imponer restricciones excesivas, puede ser una forma de violencia sutil. En el caso de los adolescentes y de algunas parejas (desafortunadamente, más adultas también) entre ellos, normalizar el tener las contraseñas, poder hacer uso del móvil de otra persona, leer conversaciones…añadiendo a ello las opiniones personales, coartan la libertad de la otra persona y hacen que se desarrolle la creencia de la otra persona de no saber relacionarse de manera plena y autosuficiente, y quita valor a la propia expresión o a la importancia de la privacidad  y de elegir qué debemos o queremos compartir con quién. Si nos acostumbramos a someternos a la voluntad de otra persona, es bastante más probable que algún día se cruce la línea del abuso sexual o de relaciones no consentidas. 



  2. Discursos y actitudes humillantes: Utilizar comentarios que avergüencen o humillen al niño, ya sea en público o en privado, puede causarle angustia emocional y sentimiento de que es merecedor de ellos. La creencia errónea de que por ser nuestros hijos/as podemos decirles de todo, conlleva a apropiarnos de su dignidad como personas y de su desarrollo, y el uso de palabras humillantes, de repetir frases como “por tu culpa”, “mira lo que has conseguido”, “papá y mamá se separan porque mira lo que has hecho”, etc., pueden llevar a que se invaliden los sentimientos y a que la sumisión sea muy grande, por no ocasionar problemas, y no se sepan poner límites en el futuro, o se traten de romper con otras personas. Los patrones irrespetuosos llevan a repetirlos o a absorberlos y seguir relacionándose con personas que los maltraten.



  3. Falta de límites de los progenitores a otras personas. A veces confundimos, o se ha disfrazado durante mucho tiempo, el hecho de ser educado y cumplir con las normas sociales con el someternos a lo que digan otros adultos porque así lo desean, aunque no sea de nuestra voluntad. Al final todos buscamos complacer, por aquello del sentimiento de pertenencia que hablábamos, y a veces también a los adultos nos cuesta poner límites a nuestros mayores cuando le piden un beso a nuestros peques, o les dicen “si no me quieres, no te daré esto que te he comprado”. Nosotros normalizamos cosas en su día que yo no querría que mis peques normalizasen, o que en el momento no nos damos cuenta de que estamos siendo obligados a hacer algo, porque nadie lo ha hecho explícito verbalmente, pero tiempo después te das cuenta de que luego cuesta mucho construir límites y hay una gran parte de culpabilidad y que los muros se tienen que volver a levantar con pico y pala. 

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La mayoría de abusos sexuales en la infancia provienen de personas que son conocidas para el peque, y muchas veces no lo han denunciado hasta que no han tenido conocimiento de causa o han visto que lo que ellos habían vivido no era lo normal. Si a alguien, desde que tiene 3 años, no se le enseña que hay ciertas zonas que nadie debería tocar, o que puedes apartar a alguien o decirle “no me gusta que me acaricies”, puede que no se sientan alerta cuando algún adulto les invite a desnudarse. También puede, lo que es peor, que se acostumbren a que se les pida esto, que lo guarden en secreto porque se lo han pedido, que se convierta en costumbre y que se desconecten de su cuerpo por lo doloroso que pueda llegar a ser el sufrimiento. 


¿Cómo puede ser que no se advierta? Hay familias, por ejemplo, que se besan en la boca para mostrarse cariño. Tienen una distinción y no lo harían con cualquier conocido, pero quizás es normal que un peque que está acostumbrado a hacer eso, lo haga también con un igual cuando quiera demostrar afecto. Es importante educarlos en conciencia corporal, al igual que tratamos normas de cortesía, situaciones sociales, etc. Al final, se acostumbran a hacer lo que ven y lo que han recibido. 


Aunque en nuestra familia hagamos las cosas de una manera, no significa que todos lo hagan igual. Hay gente que está muy acostumbrada al contacto físico, y también hay personas a las que les incomoda. Hay gente que verbaliza con facilidad sus sentimientos y dice “te quiero” porque en casa se lo han dicho mucho, y hay gente con problemas de autoestima porque jamás ha recibido un “te quiero” por respuesta, o que ni siquiera habrá tenido ejemplos para construir unas bases afectivas sólidas. Es crucial explicarles que existen diversas formas de interactuar y que es igualmente fundamental entender nuestras propias preferencias, así como consultar a los demás sobre sus deseos. Respetar los límites personales y gestionar nuestros impulsos al comunicarnos también son habilidades esenciales que debemos transmitir.


Por último, aquí te dejo algunos consejos y un par de recursos que podemos utilizar para hablar con nuestros peques y prepararlos sobre el tema:


Para Educación Infantil, me gustaría recomendar el cuento de Lucía Serrano, “Tu cuerpo es tuyo”. Explica cómo decir “no” de una manera sencilla para que los más pequeños de la casa lo entiendan. 


Para peques un poquito más mayores, me gustaría recomendar el libro “El consentimiento”, de Rachel Brian, en el que se profundiza más en qué situaciones puede ser a veces sí y a veces no, la importancia y la diferencia de pedir permiso, y muchos más matices explicados de una forma gráfica e interesante.


¿Qué cosas podemos trabajar desde una edad temprana?


  1. Educación sobre el cuerpo: Enséñales desde temprana edad las partes de su cuerpo y explícales qué partes son privadas. Enséñales que nadie más tiene derecho a tocar esas partes sin su permiso, excepto en situaciones médicas necesarias, y a decir “no me gusta” cuando alguien invada sin permiso. 



  2. Comunicación abierta: Fomenta un ambiente donde tus hijos e hijas se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos y preocupaciones contigo. Establece una comunicación abierta para que puedan hablar sobre cualquier tema, incluso si es delicado. En el cuarto episodio hablábamos sobre la importancia de validar emociones y los pasos para poder hacerlo, te recomiendo volver a él si lo necesitas. Cuando validamos y damos espacio a que nos cuenten habitualmente cómo se sienten, estamos estableciendo vínculos que nos ayudarán también a que esa comunicación exista cuando les suceda algo que les incomode o que les dé vergüenza contar. Si negamos lo que sienten, probablemente no tengan confianza o pensarán que minimizamos sus preocupaciones.



  3. Conciencia emocional: Ayuda a tus peques a comprender y expresar sus emociones. En parte, validando las emociones que comparten contribuimos a ello, pero en muchas ocasiones, sobre todo los más pequeñitos, también necesitarán de nuestra ayuda para poner nombre y reflexionar sobre lo que ha pasado, como por ejemplo decir “No te ha gustado que ese nene te empujara en el parque, ¿verdad? ¿Qué crees que le podemos decir a la próxima?” Esto les ayudará a comunicar cómo se sienten y a reconocer cuando algo no está bien.



  4. Roles de género y respeto: Fomenta la igualdad de género y el respeto mutuo. Enséñales a tratar a todos con dignidad y a reconocer que nadie tiene el derecho de controlar o maltratar a nadie. Desafortunadamente, muchas veces tratamos de conseguir la protección desde el lado de la víctima, para aprender a decir “no”, a compartir si ha pasado algo, a poner límites… pero es tan importante o más la educación previa para que los agresores cada vez sean menos. Aunque, generalizando, es una realidad triste que las chicas suelen ser más vulnerables a ser las víctimas, expresar esto frente a tus hijos, varones, y compartir qué actitudes son respetuosas y cuáles no, hacia las personas, ayuda a visibilizar y a no normalizar comportamientos que hasta ahora no se cuestionaban. 



  5. Educar sobre el abuso: A medida que tus hijos crezcan, habla con ellos de manera adecuada sobre los diferentes tipos de abuso, como el abuso físico, emocional y sexual. Enséñales qué hacer si se encuentran en una situación de abuso y qué medidas de protección poder tomar, como no compartir datos personales, ni el lugar donde viven, ni hablar con desconocidos por redes sociales, etc.


Es un tema bastante amplio, por lo que todavía podríamos seguir desgranando mucho más, pero por hoy lo vamos a dejar aquí. Al final, todos los ejemplos se basan en una palabra, y es el respeto. Para que nuestros peques puedan relacionarse de manera respetuosa con los demás, tienen que verlo en nosotros, en cómo nos tratamos, cómo los tratamos a ellos y al resto de personas. Para seguir ganando herramientas de crianza respetuosa, por si te has unido hace poco te recuerdo que en la página principal de esta web puedes seguir leyendo sobre mitos y herramientas que aplicar en el día a día. Introduce tu email y lo recibirás en el correo automáticamente.


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