Por conectar las ideas, deducimos que: yo, como persona adulta, he llegado a configurar las ideas que rigen mi lógica privada actualmente, basándome en experiencias del pasado. Todas estas cosas que viví durante la infancia constituyen mi niña interior, y puede que en muchas ocasiones hayan sido positivas y tenga buenos recuerdos de ellas, o que en otros aspectos esta niña haya tenido que pasar por cosas que no le han gustado y que le han dejado un poco dañada.

¿Y qué tendrá que ver todo esto con la disciplina positiva? Pues bien, hay momentos en los que nos damos cuenta que no soportamos algo en nuestrxs hijxs o en las personas que nos rodean. Por ejemplo: “es que no soporto que me chillen”, “que se deje los zapatos por la casa”, “es que me destapa que se le caigan las cosas”, etc. De repente hay una acción que nos saca de nuestras casillas y que nos hace reaccionar, destapar nuestro cerebro y sacar a relucir expresiones que usaron con nosotros en la infancia y con las que quizás no nos reconocemos de normal. Probablemente, muchas cosas de las que creemos que no soportamos, son cosas que alguien no soportaba en nosotros o que nos marcaron significativamente.

Al igual que con los peques la idea es tratar de enfocarse en qué necesidad hay detrás de un conflicto y no en el hecho en sí, los detonantes frente a los que reaccionamos de manera desmesurada, esta reacción en nosotros también nos puede dar pistas sobre cosas que deberíamos revisar en nosotros. Cuando tu hijo/a muestra un comportamiento esperado para su edad (por ejemplo, que no siempre escuchen a la primera cuando están haciendo algo más interesante que los estamos pidiendo) y sientes que te molesta demasiado, quizás es una señal de que hay algo dentro de ti que está resonando por otro lado. Cuando queremos sentar los límites desde el control y desde la verticalidad, quizás hay una parte de nosotros que nos está queriendo decir algo. Poco a poco va cogiendo fuerza la idea de que para poder cuidar, debemos estar bien; y para poder estar bien, debemos dedicar tiempo al autocuidado, tanto físico como mental. 

Muchas veces, como niños y niñas vivimos en un ambiente o ciertas experiencias o relaciones que no son del todo sanas. Y ahí se quedan, porque en su momento no las procesamos con todo el contexto que podremos hacer después. Con la perspectiva y el análisis años después, descubrimos que en ciertos aspectos no nos habíamos reconciliado con nuestro interior. Que hay cosas no resueltas que nos siguen afectando inconscientemente en el día de hoy. Por si te interesa el tema, hay propuestas de actividades y meditaciones (por aquí dejo un ejemplo) para pararnos y conectar un poco el pasado y el futuro, dando espacio a la comprensión y al perdón a nosotros mismos. Una vez descubrimos que hay algo que nos sigue afectando, podemos tratar de entender de dónde nace este comportamiento, para poder transitarlo y abordarlo de una manera diferente. Una vez más, volvemos al enorme iceberg de información y creencias que se encuentran detrás de una simple conducta.

Reconectar con nuestra infancia y entender que todo lo que vivimos tiene impacto en el ahora, nos hace sentir más unión y nos permite tomar acción e incidir en nuestra autoestima; también nos brinda la oportunidad de desaprender y tratar de cambiar los patrones que no nos hicieron felices en el pasado. La figura del niño interior también representa el dejarse llevar, divertirse como antes, escuchar lo que realmente nos apetece y soltarnos de vez en cuando a hacer las cosas que nuestra parte más juguetona nos pide. Estar rodeadx de peques nos facilita eso y nos hace conectar con todo aquello que vivimos años atrás. ☺

Si te ha surgido cualquier duda durante la lectura o interés hacia algún tema, házmelo saber y lo incorporaremos en siguientes posts. Estoy encantada de leerte. 📩 ¡Hasta la próxima!  👋🏻