¿Cómo se configura el apego?

A veces nos extraña que, de repente, un bebé que iba de brazo en brazo sonriendo solo quiera estar con su madre, a lo que surgen comentarios como “está enmadrado”, “es que solo quiere estar con ella”, , “tiene mamitis”, “lo has acostumbrado a que quiera brazo”, etc. Esto se explica con que el apego es algo que se refuerza y desarrolla en el tiempo, veamos las fases:

Preapego

En la fase de preapego (dura unas 6 semanas), el bebé acepta que cualquier persona lo coja en brazos, lo calme, le dé de comer… pues acaba de llegar al mundo. En la fase de formación, la criatura (hasta los 8 meses) empieza a distinguir quién es la figura principal y puede darse la ansiedad por separación si se le aparta de adultos, pero todavía no es solo con una persona. En el periodo de apego (hasta los 2 años), el/la niño/a ya entiende quién o quiénes son las figuras de referencia y busca y necesita de su atención, reclamando sus ausencias; ya no les hace tanta gracia estar con extraños y buscan ese contacto con las personas que conocen. La última fase, de relaciones recíprocas, se caracteriza por la comprensión de que las ausencias son temporales (como cuando los dejamos en la escuela) y por empezar a relacionarse con más simpatía con otras personas. El bebé comienza a entender que la figura está aunque no se le vea (representación mental) y que no lo ha abandonado. 

Tipos de apego

El apego seguro

Los peques saben que sus cuidadores van a estar incondicionalmente con ellos, por lo que no están todo el tiempo con miedo y pensando en su supervivencia. Saben que si encuentran un peligro y lo manifiestan (por ejemplo, llorando o pidiendo que se les coja en brazos), esto va a pasar y va a relajarlos. Saben que aunque los referentes se vayan a trabajar, van a volver, por lo que no se sienten abandonados ni estresados por ello. Esto les permite estar más dispuestos para desarrollar esquemas mentales, entender patrones de comportamiento, etc. Poco a poco, se van soltando y ganando independencia desde una base sólida y comprensiva.

El apego ansioso

Los peques sienten inseguridad y les da miedo irse demasiado lejos del cuidador, por temor a a que no vuelvan, pues las conductas de cuidado o la proporción de seguridad han sido inconsistentes e inconstantes. Esto puede desendacenar en dependencia emocional en más facetas de su vida y a buscar la pertenencia y los mensajes de amor constantemente, pues no se sienten seguros con sus capacidades. 

El apego evitativo

El peque evita relacionarse con sus personas de referencia porque no ha desarrollado el sentimiento de seguridad cuando está con ellos. Esto le provoca estrés y sentimiento de desamparo, aunque pueda percibirse como independencia a la hora de mantener las distancias y no afectarle la separación de los referentes. Puede causar problemas a la hora de relacionarse en la vida adulta, pues los beneficios de estos vínculos no han sido experimentados y puede que no entiendan muchas de las conductas de sus iguales.

El apego desorganizado

El apego desorganizado es una combinación entre los dos anteriores, siendo lo contrario al primer caso. Como no ha habido un ejemplo o un referente a la hora de entender las emociones, crear esquemas mentales… los peques no confían en sus cuidadores, reaccionan impulsivamente, se ven desbordados emocionalmente con frecuencia, etc. Existen contradicciones entre querer mantener relaciones y mostrar frustración por no saber mantenerlas. 

¿Qué podemos hacer nosotros/as?

El apego viene dado por ciertas vivencias y por entender la vida de una manera determinada a partir de ellas. Es un proceso y las relaciones se pueden aprender a vivir de otra manera. Por ejemplo, una persona puede haber sido abandonada o haber tenido problemas en la infancia por un apego no seguro y, a raíz de entrar en un núcleo familiar que demuestra amor y seguridad, cambiar estos patrones y empezar a establecer de nuevo un apego seguro. Por el contrario, también puede crearse dependencia emocional en una pareja aunque el apego con las figuras parentales haya sido diferente, pero es cierto que la mayoría de conductas que observamos en nuestra infancia son las que repetimos en la edad adulta.

Esta semana estuve escuchando un podcast en el que el doctor Gabor Maté hablaba sobre circunstancias en el nacimiento, relación del apego con las futuras adicciones, experiencias que estaban más relacionadas con el TDAH, enfermedades autoinmunes… y todo esto estaba relacionado con el apego y con las representaciones emocionales y mentales que configuramos en nuestros primeros años de vida.

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