Todo parte de ti 💜
Laura
14 ago 2022
¡Hola, hola! Empezamos el domingo sin presión al leer este título, ¿verdad? Jajaja. ¿Y esto a qué viene, de buena mañana? Si no te apetece filosofar o estás leyendo esto muy de paso, te recomiendo que dejes el post para cuando tengas 15 minutitos de calma disponibles. 🧘🏻♀️ Si, por el contrario, dispones del tiempo, te recomiendo que al acabar de leerlo te dediques 5 más de escucha activa para atender a los pensamientos que se te han pasado por la mente durante la lectura: seguramente te den pistas de algo.
Normalmente, cuando nos surge una duda o un problema en nuestro día a día, tratamos de buscar herramientas para dar solución a lo que sucede, pensando que es cosa del presente. Por ejemplo: nuestro peque está teniendo muchas rabietas últimamente y tratamos de buscar estrategias para frenarlas. ✋🏻 Poco a poco hemos ido viendo, a lo largo de diferentes posts, que la conducta que está teniendo lugar en el momento tan solo es la punta del iceberg, basada en creencias previas y que en ocasiones evoluciona a la generación de metas equivocadas del comportamiento, nada más lejos del pensamiento que es solo un hecho aislado.
Como nuestros peques son lo que más queremos en el mundo y queremos que crezcan en un ambiente sano y se desarrollen plenamente, empezamos a investigar y a darnos cuenta de qué mensaje están recibiendo para solo sentirse pertenecientes cuando (X), en lugar de siempre. Y llegamos al origen: ¿quién está mandando ese mensaje? ¿Estamos reforzando ese pensamiento con nuestras acciones? Si la respuesta es afirmativa, a menudo nos sentimos culpables por estar generando esa conducta, y, tras reponernos un poco y haber estado comiéndonos la cabeza por ello, tratamos de ser un poco más flexibles y empezamos a buscar soluciones para que no afecte a nuestros peques. En primer lugar y antes de seguir, me gustaría que, cuando te vuelva a pasar esto y entres en el bucle de repetirte lo mal que has hecho lo que sea, pares y te felicites por estar revisando y analizando los orígenes. 🥇 Créeme, hay gente que lleva muy mal el autoanálisis… 🔍 Darse cuenta es el primer paso del cambio.
En segundo lugar, y en la línea que comentábamos del autocuidado, deseamos y velamos porque nuestros peques tengan una buena alimentación, hábitos del sueño, hobbies enriquecedores, tiempo de ocio, calidad de enseñanza… Ahora para: ¿cuántos de ellos cumples para ti en el día a día? Está claro que en cada etapa de la vida las necesidades se satisfacen con tiempos y formas diferentes, pero… ¿puede ser que a veces bajemos tanto el estándar que no estemos ni cumpliendo los mínimos con nosotros mismos en cada ámbito? ¡Te recuerdo que ellos y ellas lo primero que necesitan para estar bien es que lo estés tú! Cuando, de manera horizontal, sentamos un límite para mantener un entorno de seguridad y de bienestar, este límite debería ser universal también para las figuras adultas. ¿Y sabes quién te recuerda a veces lo que necesitas? Sí, en efecto, ese niño/a interior del que en ocasiones nos olvidamos.
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Cuando entramos en modo supervivencia por estrés, cansancio, etc., es nuestro recuerdo del pasado el que normalmente toma el control en la manera de actuar. Pista: viene a decirte que todavía tienes una necesidad sin cubrir, la cual igual no está detectada 🚨. Así que igual es momento de, al igual que te preocupas por el pequeño iceberg de tu hijo/a, y de entender el origen para poder encontrar una solución verdadera a los problemas, te preocupes también por tu bienestar y por tratar de entender por qué te pasan ciertas cosas. Sí, todos tenemos nuestro iceberg particular.
Hablábamos hace tiempo de que nuestras emociones aparecen porque tienen algo que decirnos, a lo Pepito Grillo. Cuando el Sr. Enfado nos visita, no se irá hasta que le hagamos caso. Y si no lo escuchas o lo tratas de tapar con otras cosas, pues como a cabezón no lo gana nadie, se hará más fuerte. Así, por si no lo estabas (o no querías) oyendo.
¿Y por qué todo parte de ti? Pues lamento decirte que sí, tremenda responsabilidad, pero nuestros peques aprenden de lo que ven. Repito: de lo que ven, no de lo que te escuchan decir. Cuando sentamos un límite desde la teoría que creemos que es beneficioso para ellos, pero se dan cuenta de que no nos estamos respetando a nosotros mismos en la misma manera, lo pondrán en duda o entenderán que quizás no es tan importante como lo exponemos. Cuando ven que les decimos que tienen que estudiar pero sin movernos del sofá mientras vemos el fútbol, que no nos griten (mientras decimos esta frase en un tono alto), que no utilicen palabrotas -y nos giramos a hablar por teléfono con un lenguaje malsonante-; que tienen que decir que no (y nos ven dejar todo por acudir a lo que otra persona nos ha pedido), esas líneas se tambalean.
Es por ello que cuando no tenemos un límite bien asentado, que ya ha pasado por y forma parte de nosotros (no solo en la teoría, sino en la práctica), si intentamos transmitírselo a los peques pero no lo hemos vivido y no lo expresamos así, no se formará desde una base sólida. Hay gente que por naturaleza tiene facilidad para hacer ciertas cosas, y puede que una persona sea muy segura de sí misma y sepa poner límites, pero probablemente si viene de un entorno en el que a sus progenitores les ha costado decir “no”, bien repita patrón y tenga que hacer un ejercicio extra para ponerlos en su vida adulta, o puede que se vaya al lado contrario y se aproveche de las personas a las que les cueste este aspecto.
Esta semana he empezado una lectura de Míriam Tirado, “Límites”. Ya te contaré cuando lo acabe qué tal, pero de momento he ido leyendo varios capítulos y me gusta mucho la línea en la que está escrito. Es imposible entender cómo somos si lo separamos de dónde venimos, de la infancia que hemos tenido y del entorno en el que nos hemos criado. En un ejercicio de la lectura la autora propone que revisemos nuestras necesidades y veamos si están cubiertas y, por consiguiente, tenemos los límites bien definidos, o si, por el contrario, hemos descubierto que hay alguna línea desdibujada.
Me gustaría concluir el post recordando que recurrir a información sobre el desarrollo de los peques, buscar teoría para entender qué pasa y cómo abordarlo de una manera respetuosa, ampliar estrategias para poder gestionar conflictos…está más que genial. Sin embargo, en muchas ocasiones nos damos cuenta de que para poder ayudar a los demás en ciertos aspectos, debemos escucharnos y seguir trabajando en cosas en las que quizás no tuvimos tiempo, o habilidades, o apoyo, o información…suficiente en su momento, y son una necesidad encubierta. Y no pasa nada. 😊 Todos/as las tenemos y las vamos a tener. No darse cuenta no significa que alguien no las tenga, al contrario, solo significa que todavía no es consciente de su punto de partida.
Desde mi perspectiva, en el momento en el que uno entiende que para poder hacer que nuestros peques crezcan, somos los primeros que tenemos que seguir creciendo a nivel personal y emocional; es el momento en el que entendemos que estas pedagogías no son un modo de educar, o de enseñar los números, o de resolver una situación en concreto… sino una filosofía de vida.
Te invito a dedicar esta semana a pensar en una necesidad de la que te hayas dado cuenta que todavía necesita ser tratada con mimo y con tiempo 🥰, y a compartirla, por supuesto, si te sientes con ganas. 💬 Si tienes alguna duda o te interesa un tema en concreto, házmelo saber. Estoy encantada de leerte 😊 ¡Hasta la próxima! 👋🏻
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