¿Tiene sentido, no? Si imaginamos que nuestro cerebro es como un videojuego en el que tenemos que ir consiguiendo fases, y poniendo un tic cuando las superemos, podríamos entender así la generación de conexiones neuronales para desarrollar las habilidades cognitivas. Si mi peque no pasa por el gimnasio emocional y no trabaja la paciencia, ¿cómo puedo esperar que la tenga? Y si yo soy su primer contacto con el mundo durante los primeros años y tampoco la tengo, ¿cómo va a saber que existe? 

Personalmente, para mí, no hay fórmulas secretas. Solo necesitamos tres ingredientes: tiempo, cariño y esfuerzo. Y a veces son difíciles de priorizar sobre todas las cosas urgentes que aparecen día a día. Como decía mi mentora de Disciplina Positiva, Marisa Moya, “la infancia se cuece a fuego lento”. Y como corroboraba el autor del libro antes mencionado, aquello del “tiempo de calidad” no es suficiente en el caso de la infancia, ya que también se necesita en cantidades industriales. 

¿Qué puedo hacer para poder estimular a mi peque? 

• Una de las herramientas (y regalos para la vida) más importantes que podemos ofrecer a nuestros hijos/as es una base segura, compuesta de raíces y alas. Los primeros años de vida, necesitará un entorno seguro y pasar el mayor tiempo contigo. Poco a poco, según se vaya sintiendo cómodo/a, se irá despegando de ti para explorar en entornos conocidos, de escuela, amigos, etc. Cuando llegue a la adolescencia, será el momento en el que esté listo y disfrute de la libertad (alas) y la confianza, habiéndose basado antes en saber que podrá siempre volver a su entorno seguro y sentirse arropado.

• Para que tu peque pueda llegar a la autorregulación, primero deberá pasar por la heterorregulación. Es decir: te necesita, te tiene que observar, reproducir, aprender de ti, sentirse arropado/a. Su cerebro más racional todavía no está bien desarrollado y su cerebro emocional le hará sentir muchas cosas pero sin poder pararse a pensar ni a buscar maneras de resolver las situaciones que vive. 

Imaginemos que Ramón tiene 3,5 años y está concentrado jugando con su osito en casa. De repente, su hermana Alexia pasa por su lado (5) y le quita el juguete de las manos. Ramón se levanta, lleno de ira, corre tras ella y la empuja. Alexia se cae y llora. 

Esta situación se podría leer de muchas maneras si tuviéramos más contexto, pero probablemente interpretaríamos que Ramón se ha enfadado porque se le ha cogido algo suyo sin permiso y no ha podido controlar su cuerpo antes de ir a por su hermana. Como seres humanos adultos, sabemos que el peque todavía está trabajando en sus conexiones entre las partes del cerebro y que necesita una ayudita extra para conectar la parte emocional y la racional. Ahí es cuando nos necesitan. Papá o mamá, que han visto la situación, ofrecerán posibles opciones para que sus peques vayan, poco a poco, dándole a “guardar como” herramientas para el futuro. 

Papá o mamá se asegura de que están separados, para que estén a salvo físicamente, y trata de consolar a los dos hasta que se encuentren en condiciones de hablar. Puede ir diciendo “veo que estás enfadado y por eso has reaccionado así”,  “cuando estés más tranquilo lo hablamos”, centrarse en reacciones físicas, etc. Una vez el cerebro de los dos esté tapado de nuevo (no dominado por las emociones sino con capacidad para pensar), se pueden poner soluciones en común, utilizar la herramienta de reparación de los errores… 

El diálogo, la escucha, el afrontar los problemas y resolverlos, el autocontrol… son conexiones que no vienen de serie, sino que se tienen que ir trabajando. Es nuestra labor funcionar como “corteza prefrontal externa” y poner la racionalidad y el sentido común cuando todavía no lo poseen. Como hemos comentado en otras ocasiones, ver la situación desde fuera y como posibilidad de enseñanza/aprendizaje ayuda a relativizar y a mantener la calma. Así que puedes imaginarte como un cerebro con patas que abraza a las amígdalas de tu hijo/a cuando está fuera de control.

En próximas publicaciones hablaremos sobre más maneras de ayudar y sobre las necesidades y qué lo son y no lo son. 

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