Los pasos para practicar una escucha activa

En muchas ocasiones, sobre todo con nuestros hijos e hijas, o con el alumnado en un entorno educativo, los adultos pensamos que conocemos a los peques, o que como ya hemos pasado por esas situaciones, tenemos una suerte de “experiencia” o de “saber generalizado” que nos llevará a saber por lo que están pasando o aconsejarles sin tener que escuchar atentamente a lo que expresan. Sin embargo, esto es un prejuicio que nos puede hacer equivocarnos, invalidar sus sentimientos y no llegar a la raíz del problema por estar precipitándonos. ¿Qué podemos hacer para evitarlo? 

Basándonos en lo que expone Stephen Covey en su obra Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas, podemos definir 8 cosas a tener en cuenta:

1. Comprender antes de ser comprendidos. Cuando surge un conflicto, sentimos que tenemos que dar nuestra opinión y que tenemos la razón. Sin embargo, para poder dar el paso de escuchar realmente y entender lo que ha pasado para poder solucionarlo, tenemos que cambiar el escuchar solo por rebatir por escuchar para verdaderamente comprender.

Por ejemplo: si nos hemos enfadado porque hemos visto que se ha dejado el cuarto sin recoger, no nos ayudará en nada preguntar “¿por qué no lo has recogido?” si solo queremos rebatir las cosas que pueda decir para defenderse en lugar de intentar entenderlo.

2. Concentrarnos en la conversación. Para establecer una comunicación efectiva, tenemos que estar con la mente en la conversación y no mientras miramos al teléfono, pensamos en el trabajo… La atención plena es necesaria para que la otra persona se sienta escuchada y respetada. Seguro que alguna vez te has visto contestando con el piloto automático mientras tu peque te intentaba contar algo del cole, haciendo como que le escuchabas y contestando lo primero que se te pasaba por la cabeza. Todos lo hemos hecho, pero es importante tratar de volver, o verbalizar que no es el momento pero que en cuanto lleguéis a casa podréis hablar, pedir disculpas si nos hemos desconectado… y practicar el modelaje con todo esto. 

   
   

3. Verbalizar los sentimientos. Para reforzar el reconocimiento emocional de nuestros peques, podemos hacer apuntes como “vaya, parece que te sientes frustrado”, “entiendo que te sientas enfadada…”. 

   
   

   

   
   

4. Parafrasear los argumentos. Para demostrar que hemos entendido y para que también la otra persona pueda reanalizar lo que está exponiendo, es de utilidad repetir con nuestras palabras lo que hemos entendido. Así también damos pie a que se vuelva a expresar si no lo hemos comprendido. En el caso de que nos falte información o queramos asegurarnos, podemos pasar al siguiente punto:
   
   

5. Hacer preguntas clarificadoras para obtener información valiosa y ayudar a la otra persona a entenderse también. 

   
   

6. Expresar empatía. Si hemos escuchado con detenimiento, podemos hacer ver a nuestro peque que entendemos por lo que está pasando. Por ejemplo, si está pasando por un momento de tristeza porque ha tenido que elegir entre dos opciones difíciles, podemos verbalizar “a veces tener que renunciar a algo nos da pena, ¿verdad?”.
   
   

7. Reconocer la perspectiva del otro. Salir de nuestro lugar para poder aceptar como válidos los sentimientos y argumentos de la otra persona es un paso en volver a plantearse la situación y verdaderamente comprender los motivos que nos han llevado a algo. Por ejemplo, si ha habido un malentendido, a nuestro peque le ha sentado algo que hemos dicho mal, ha reaccionado y nos ha gritado, puede que hayamos sentido la falta de respeto en ese momento. Sin embargo, si no escuchamos y vemos que originalmente fuimos nosotros los que no actuamos de manera respetuosa, es difícil pedir perdón y solucionarlo. 

   
   

8. Evitar juicios antes de tiempo. Todos hemos tenido el típico compañero al que se le juzgaba o que, cuando algo pasaba, nos precipitábamos a decir que había sido esa persona, aun sin saberlo. Esto, sostenido en el tiempo, es injusto, puesto que a nadie le gusta que se le acuse de algo que no ha hecho. Aunque nuestro peque repetidamente tenga comportamientos que no nos gustan, hablar sobre ello, escuchar y exponer los motivos y las posibles soluciones, es la única forma que nos hará poder cambiarlo.

Escuchar y sentirnos escuchados es un elemento clave para formar vínculos que nos ayuden a compartir lo que realmente nos preocupa. Entender lo que nos pasa por la cabeza y por nuestros sentimientos nos ayudará a comprender a los demás, y viceversa. En el próximo episodio hablaremos de las inteligencias múltiples y de cómo esto está relacionado con un par de ellas. 

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