Conclusión sobre los deberes escolares

Por las veces que he leído sobre este tema, en ocasiones hay opiniones que, por supuesto hablo desde mi parecer y sin tener la razón, están muy polarizadas. En mi caso, creo y trabajo en un ambiente donde intentamos adaptar las medidas a las situaciones individuales, y me resulta difícil dar una perspectiva estandarizada al respecto. Por si no lo leíste en su momento, dejo aquí un artículo en el que hablaba sobre las claves de la metodología en la que trabajo, la educación Montessori.

Hay veces que, como profesores, ahogados por las expectativas académicas y todo el temario que hay que dar, los deberes se mandan como una opción compensatoria para poder profundizar en todo aquello a lo que no ha dado tiempo en clase. Esto no me parece del todo correcto, ya que no podemos garantizar que todos los peques puedan dedicar ese tiempo en casa con alguien, tengan la comprensión de los conceptos o todos puedan llegar al mismo nivel de profundización. Creo que en este caso habría que revisar las prioridades. De hecho, una de las metodologías que se escuchaban hace tiempo, el flipped learning o aprendizaje inverso, consiste en acceder al material previamente, leerlo o escucharlo y después debatir en clase. Dependiendo de qué edades y qué características de alumnado, esto puede llegar a sentar verdaderas diferencias.

Por otro lado, en algunas ocasiones he leído argumentaciones de familias que no quieren dedicar tiempo a la parte académica por la parte laboral o porque consideran que no deberían dedicarse a esas cosas y todo el peso debería recaer en la escuela. En este sentido también me gustaría añadir que, al igual que los peques tienen que tener un acceso garantizado al juego y al descanso, también lo tienen que tener y se tiene que fomentar al aprendizaje natural y la potenciación de la curiosidad. Aquí te cuento más sobre la importancia de la conexión entre cole y casa en el aspecto socioemocional.

Desde mi punto de vista, los deberes sistemáticos y por cumplir con la rutina no tienen sentido ni demuestran beneficios a largo plazo en el aprendizaje. Sin embargo, sí soy partidaria de mandar tareas específicas para desarrollar o reforzar ciertas habilidades o conceptos en peques que vemos que lo necesitan. 

Todos podemos imaginar a un peque que tiene dificultades de aprendizaje y a quien se le hace un mundo tener que entregar 10 ejercicios escritos con el enunciado copiado, llorando porque desde que merendó ha estado haciendo deberes y ya casi es hora de cenar. También podemos imaginar a aquellos que llegan a casa a las 5 y ven Youtube hasta las 8 de la noche. ¿Qué es mejor en cada caso? No seré yo la que lo indique, pero creo que en ambos casos hemos perdido un poco el norte y es necesario el autoanálisis, tanto por parte de los profesores como de las familias.

Hay habilidades transversales, como la lectura, y en estos casos sí se ha mostrado una gran relación entre la lectura en casa y la capacidad de comprensión lectora en años más avanzados. Crear una rutina y un ambiente, tanto en el cole como en casa, en el que se fomente el amor por los libros, las ganas de involucrarse en actividades culturales, la búsqueda de información cuando algo nos interesa, y el disfrute conjunto con el aprendizaje, es lo que verdaderamente sienta la diferencia en la calidad y en el cómo lo viven y lo enfocan los peques.

Para mí, la clave casi siempre está en el cómo decidimos hacer las cosas y cómo decidimos acompañar. Desde el punto de vista de la familia, entiendo que no se tiene por qué saber qué debería hacer cada niño en cada nivel (aunque esta diferenciación es algo que me pone un poco nerviosa), y que un apoyo y guía pedagógico puede ayudar a encaminar los esfuerzos tanto en cole como en casa para el progreso del peque. Por otro lado, también es verdad que no podemos pedir que con las horas del cole y todas las asignaturas que tienen, les llenemos la agenda de extraescolares, no dediquemos nada de tiempo a acompañarlos en su curiosidad y académicamente, y que luego según pasen los años y nunca necesiten dedicar nada de tiempo en casa a hacer tarea autónoma. Creo que siempre puede haber algo razonable, compensado y accesible para desarrollar habilidades e ir implementando rutinas hacia el futuro. Por último…

Las 5 preguntas que los docentes deberíamos hacernos

Los estudiantes de secundaria en Finlandia rara vez tienen más de media hora de deberes por día. El país en su conjunto permite a los niños participar en un juego más creativo en casa. Esto es significativo porque sus estudiantes obtienen puntajes notablemente altos en las pruebas internacionales. Teniendo esto presente, como docentes podemos formularnos 5 preguntas antes de mandar tareas… 

1. ¿Cuánto tiempo tardarán en hacerlo?

Dado que la velocidad, las capacidades y la necesidad de repaso de cada alumno son diferentes, lo ideal sería que las tareas estuviesen individualizadas o reguladas acorde a lo que se necesita repasar. ¿Para qué vamos a hacerle repetir a un peque algo que ya conoce y en lo que muestra dominio? ¿Por qué le vamos a exigir a otro estudiante que copie todo el enunciado cuando tiene problemas para ello? Cuanto más adaptados estén los deberes, más eficientes serán en tiempo y en efectividad. Lo ideal sería conseguir un enfoque entretenido, que no llegue a aburrirnos pero que aporte algo nuevo para afianzar los conceptos.

2. ¿Aportará algo de cara al futuro?

Es importante analizar los pros y los contras de cada actividad. Es conveniente hablar con ellos sobre cómo se sienten con la tarea, por qué es importante, cuál es la finalidad… A veces, cuando hay mucho agobio, los padres y madres terminan haciendo la tarea por los peques, por lo que no hay aprendizaje. Sin embargo, en otras ocasiones, si no hay tareas estipuladas, hay familias que no dan prioridad a este acompañamiento y ni siquiera encuentran 10 minutos para leer en compañía. Es importante que los docentes sepan la finalidad detrás y ofrezcan opciones variadas y lúdicas a la vez que útiles para el aprendizaje.

3. ¿Nos aporta algo que no podemos abarcar en clase? 

Se conocen los típicos deberes de seguir con el libro de texto en clase. Sin embargo, ¿puede que los deberes sea llevar a cabo un experimento en casa y anotar las conclusiones? ¿Puede que sea hacer la compra y anotar los precios de los elementos, compararlos, buscar el cambio…? Los deberes son efectivos cuando el aprendizaje en el aula se traslada más allá de las paredes de la escuela. Si los peques ven la relación y el aprendizaje es aplicable a la vida cotidiana, verán el sentido a la conexión y mostrarán más motivación por hacerlo.

4. ¿Es accesible sin nuestra presencia?

En algunas ocasiones, damos por hecho que el alumnado tendrá el apoyo necesario, pero no siempre es así. Por ejemplo, no todas las familias saben inglés. Podemos ofrecer alternativas asequibles para casa, u ofrecer los medios (enseñar cómo usar un traductor, dejar las instrucciones muy claras a los peques) para que no se vean en desventaja.

5. ¿Lo mandamos por necesidad nuestra o por la del peque?

En ocasiones, cuando la capacidad de un peque es bastante diferente a la de la media de la clase, prolongado en el tiempo puede que este peque se sienta en desventaja, que afecte a su autoconcepto, etc. Para mí, este es el momento en el que un refuerzo de ciertas habilidades puede ser beneficioso, ya que va a aceptar el acompañamiento y se va a dar cuenta de que luego durante el día tendrá más confianza en su progreso. Sin embargo, si nos encontramos mandando deberes solo por poner el “completado” a nuestro esquema de planificación, entonces debemos revisar prioridades y nuestra tarea…  

En resumen: dado que cada familia, cada escuela y cada contexto tienen sus diferencias, es complicado encontrar una solución universal. Creo que la principal tarea es comprometernos todos con la educación de nuestros peques, ya sea dentro y fuera del cole, pues todos queremos que se preparen para la vida y vayan desarrollando habilidades que necesitarán en el futuro. Considero que un aprendizaje individualizado en el que se busquen maneras de ampliar conocimientos, ofrecer más y transmitir las ganas de aprender es importante y determinante, pero que un exceso de tareas sistematizadas puede jugar en contra. Por otro lado, no me gustaría dejar de mencionar el compromiso que las familias también tienen que adquirir y la participación activa en la crianza emocional y el desarrollo académico de los peques, para que estos vean la conexión entre su aprendizaje y su vida.

Me encantaría conocer tu opinión o experiencia al respecto, para seguir analizando este tema con la mayor amplitud posible. Si te animas a compartirlo, puedes encontrarlo a continuación ¡Hasta la próxima!