Corto plazo vs. largo plazo

Nico, de 4 años, se niega a vestirse para ir al colegio. Está frustrado porque quiere usar una camiseta específica, pero está en el cesto de la ropa sucia. Mamá, preocupada por llegar tarde al trabajo, se siente frustrada y agotada. Opta por un enfoque rápido y decide utilizar un castigo para que Nico se vista: "Si no te vistes inmediatamente, no podrás ver televisión después de la escuela". Nico, asustado por la amenaza de perder su tiempo de televisión, accede a vestirse rápidamente para evitar el castigo.

Resultado a corto plazo: Mamá consigue que Nico se vista rápidamente, lo que le permite llegar a tiempo al trabajo. Sin embargo, esta solución no aborda la frustración del peque ni le enseña de la importancia de cumplir con las rutinas, de buscar alternativas, etc.

Ahora volvemos a la misma situación, pero en vez del castigo o la amenaza vamos a enfocarnos en buscar soluciones. Cuando Nico está frustrado, mamá se acerca y valida sus emociones: “parece que estás muy frustrado porque no puedes usar tu camiseta favorita. Entiendo por qué te sientes así". Sin ir corriendo a lavarla ni a sacarla de la ropa sucia, porque eso sería rescatar, le propone hacer otra cosa: “Podríamos buscar otra camiseta que te guste también. Mientras tanto, ¿qué tal si usamos esta otra que está limpia y bonita?" Puede que, en este caso, Nico se sienta involucrado y entienda la situación más fácilmente. También puede que haya días en los que no funcione, tengamos prisa, y acabemos nosotros eligiendo la camiseta por él. Se podrían buscar otras alternativas: decidir juntos la ropa la noche anterior, tener un plan B por si algún día nuestros conjuntos favoritos no están listos, asignarles la responsabilidad de tener la ropa lista y hacerse cargo de sus cosas… como siempre, según la edad y las capacidades.

Lo que quería transmitir con este ejemplo es el cómo influye en el funcionamiento de los peques y los links que establecen entre los hechos. Nico en ese momento no puede ni lidiar con su propia frustración que le supone no tener lo que quiere en el momento, como para encima añadirle el castigo de no poder ver la televisión por la tarde. Si no vuelve a montarnos un numerito será porque no quiere perderse el ver la tele o las otras consecuencias, no porque esté mejorando en la gestión de la frustración. Los castigos actúan como inhibidores porque movilizan la parte del miedo y la culpa. ¿Y cuál es el segundo mensaje subliminal en esta situación? La frustración no tiene cabida en nuestra casa, no hay tiempo para ella.

Sin embargo, cuando conectamos con ellos primero y ven que los escuchamos, en algunas situaciones solo con esta presencia es suficiente. Al darles opciones y solicitar su ayuda, sienten que contribuyen, y estas dos necesidades suelen estar por encima de todo. Eso no quita que, por supuesto, como peques con necesidad de hacer uso de su poder y con la impaciencia que todos tenemos a veces, se desborden porque quieren algo que no puede suceder. Cuando validamos la emoción, les estamos diciendo que frustrarse está permitido, y que estamos para ellos para acompañarlos en la emoción e iniciarnos en la búsqueda de alternativas.

Cuando buscamos herramientas inmediatas o cosas mágicas desde el control y la necesidad de encontrar resultados en nuestros peques (“cómo conseguir que me escuche y me haga caso”), estamos instalados en nuestras necesidades como adultos, no en las necesidades que ellos puedan tener o en pensar por qué lo están manifestando de ese modo. Si ni nosotros mismos podemos salir de ese “yo”, ¿cómo les vamos a pedir a criaturas de 3 años que piensen en nosotros, en nuestra prisa y nuestra poca paciencia sin haberles dejado practicar?

¿Qué pasa en nuestro cerebro?

Aunque ya nos detendremos en otro momento a explicar las partes del cerebro, las funciones superiores (y que nos distinguen a los seres humanos del resto de animales) se desarrollan en la parte del neocórtex y el lóbulo prefrontal. ¿Y cuántos años crees que tarda el lóbulo prefrontal y las funciones relacionadas en desarrollarse? Te lo cuento al final… 

El lóbulo prefrontal tiene un papel crucial en varias áreas, incluyendo:

• Regulación emocional: Ayuda a controlar y regular las emociones y las respuestas emocionales ante situaciones.

• Planificación y organización: Está implicado en la capacidad para planificar tareas y actividades de manera efectiva.

• Toma de decisiones: Contribuye a la capacidad de evaluar opciones y elegir la mejor acción en una situación dada.

• Memoria de trabajo: Es esencial para mantener y manipular información en la mente durante un corto período de tiempo.

• Control de impulsos: Ayuda a inhibir respuestas automáticas y a tomar decisiones consideradas.

• Flexibilidad cognitiva: Implica la capacidad de adaptarse y cambiar de estrategia cuando sea necesario.