Cuidarse para cuidar. ¿Cómo está tu jarra?
Laura
14 ene 2024
Antes de entrar en detalles y en consejos, quería compartir contigo mis pensamientos sobre este tema y mi propio camino. Aunque en stories y en Instagram lo comenté un par de veces, este año he querido tener un planteamiento diferente respecto a los propósitos de este año y contar de dónde me viene, por si puede que te ayude, porque creo que en gran parte es un reflejo de autocuidado. Como llevo escuchando repetidamente en el libro de Ángel Martín, “Detrás del ruido”, lo que necesitamos y lo que queremos muchas veces no es lo mismo, y creo que esto es un ejemplo aplicable.
En mi caso, soy una persona bastante exigente, sobre todo conmigo misma, por lo que una lista de cosas que alcanzar me viene genial para meterme un montón de presión e hiperfocalizar en el elemento que no he conseguido. Y si los he conseguido todos, pues por qué no añadir más, si total, eso es que serían muy fáciles… ¿Es entonces, crear una bonita lista y un análisis de lo que he hecho y lo que no, algo que mi cerebro quiere? Absolutamente sí, porque es mi tendencia y me siento cómoda con ello. ¿Es lo que necesito y lo que me acerca a los objetivos que quiero conseguir? Ahora mismo, o de esa manera, no. Puede que en un futuro cambie de estrategia, vuelva a materializar más cosas, tenga picos más ambiciosos… pero ahora mismo priorizo “cuidarme” de esta manera para cambiar la forma en la que me trato.
¿Por qué es importante el autocuidado?
En primer lugar, y por tener una buena relación con nosotros/as mismos, deberíamos estar en constante escucha sobre lo que pensamos, sentimos y decidimos, y sobre lo que necesitamos y queremos. Sin embargo, y más en la sociedad de hoy en día con tanta demanda de sociabilizar, llegar a todo, meternos en mil hobbies… la realidad es que muchas personas huyen de pasar tiempo consigo mismas.
Si, por lo que sea, por autoestima baja, porque nos viene dado por las creencias de nuestro núcleo familiar, por no haber tenido las herramientas de infancia… nos encontramos en el momento en el que creemos que no merecemos cuidarnos, o que no es necesario, me gustaría decirte que el hecho de que tú te cuides no es solo importante para ti, sino también para tu familia y sobre todo para tus peques.
Creo que todos hemos pasado épocas en las que te sientes quemado. Momentos en los que todo parece estar mal y costar más de la cuenta: cocinar, tareas domésticas, ir al trabajo, pasar tiempo en familia, compromisos sociales… todo parece ser una gotita que colma el vaso, y parece que nuestra jarra nunca consigue vaciarse, sino que se llena cada vez. Y, si encima tenemos peques que están muy encima de nosotros, que provocan más emociones, les contestamos mal y luego nos sentimos culpables… hemos entrado en un bucle del que es difícil salir, porque en ese momento nos sentimos todavía menos merecedores de conseguir tiempo para nosotros. Hay que ver cuántas creencias cargamos, las cuales configuran nuestra realidad por completo. ¿Cuál es la manera de salir de ese bucle? Cuidarte.
Todos tenemos dos jarras. Una la llenamos de mala leche y la otra de paz mental, simplificando mucho. Cada vez que suceden cosas como “pillar tráfico”, “discutir con un compañero/a”, “ver la casa sin recoger”, “que mi pareja se haya olvidado de comprar la cartulina del niño”... nuestra jarra de la mala leche se va llenando, hasta que desborda y nos convertimos en el modo ira de Inside Out.
Después hay otra jarra que se queda un poquito más en segundo plano, y a la cual descuidamos a veces. Quizás, con suerte, la llenamos más durante el fin de semana. La jarra de paz mental se llena con acciones como abrazos, dar un paseo en compañía, levantarnos sin prisa, escuchar música en silencio, bailar… Sabemos que son cosas que nos hacen bien, pero, al menos hablando por mí, en momentos de estrés nos cuesta un poco recurrir a este antídoto. Sin embargo, esta jarra es la única que tiene poder de contrarrestar y vaciar a otra.
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¿Cuál es el primer paso para el autocuidado?
Desde mi punto de vista, creo que el primer paso del autocuidado pasa por el autoconocimiento y la autoatención. Se dice rápido, pero cuesta mucho desarrollar estas capacidades si las tenemos olvidadas. A veces nuestro cuerpo da señales monumentales y no somos capaces de verlas, pero sin embargo enseguida notamos si a nuestro peque le va a subir la fiebre porque tiene los mofletes rojos o el cuerpo así o asá, si no va a querer comer porque no ha dormido bien…y mil señales instintivas. Sin embargo, puede que los adultos no consigamos dormir, nos duela la espalda… y en lugar de replantearnos lo que estamos haciendo, pastillita y “ya se pasará porque no me puedo permitir caer enfermo”. Si te sientes identificado/a, esto es una señal de que la autoatención la tenemos que empezar a entrenar.
Estar mejor nos ayudará, inicialmente, a tener menos conflictos de base. Pero no solo eso: si te vas analizando y ves cómo sueles reaccionar, y aunque pique profundizas un poco y te das cuenta del origen de ello, probablemente la próxima vez que pase podrás empezar a anticiparte y a leerte mejor. Vamos con un caso práctico:
Después de una larga jornada laboral, llego a casa y me encuentro con un hogar algo desordenado. Mi pareja está ocupada con sus propias tareas, y yo me siento abrumada por la carga adicional de trabajo que parece esperarme. La emoción inmediata puede ser irritación, frustración, enfado, decepción… Y la reacción inmediata que comience a expresar mi disgusto hacia mi pareja, destacando las áreas que creo que deberían haber sido atendidas.
¿Qué pasos serían parte de esa autobservación?
Reconocimiento de emociones: Me doy cuenta de que estoy sintiendo irritación y frustración. Exploro por qué estas emociones son tan intensas en este momento. Me doy cuenta de que no es solo el desorden en sí, sino la sensación de que no estoy siendo apoyado después de un día agotador.
¿Se puede identificar algún patrón? Reflexiono sobre si esto es algo recurrente y descubro que sí, tiendo a sentirme abrumada cuando percibo falta de apoyo. Es fácil irse al “yo lo haría por ti”, “no piensas en mí”, “es que eres un egoísta…” Tras esto, viene la parte quizás más difícil: la responsabilidad emocional. Asumo la responsabilidad de mis emociones y reconozco que, aunque la situación pueda ser estresante, cómo elijo reaccionar es mi responsabilidad. Una vez que conocemos que esto nos puede hacer sentir mal, podemos exponerlo con nuestra pareja o hijos para que ellos puedan contribuir a mi bienestar con sus actos. A cada persona le detona una cosa diferente, y una comunicación positiva llevará a la resolución conjunta.
¿Qué puede considerarse autocuidado?
A veces, la primera idea de autocuidado que nos viene a la mente es buscar un plan con el que desconectar, algo de cuidado facial, compras, manicura, deporte, lujos… y eso está genial, si verdaderamente es para ti.
Sin embargo, creo que autocuidado puede ser muchas cosas, y no menos importantes, que se alejan de lo anecdótico o de algo que no podemos hacer más allá de una vez al mes: escucharte, ver tus necesidades, tomar decisiones que te benefician desde la conciencia, poner límites cuando algo te molesta, sentir que te puedes expresar de manera libre… Para mí todo eso es autocuidado, porque es poner en valor y validar, tantas veces que usamos esa palabra con nuestros peques, todo lo que pensamos, sentimos y vivimos. Y en resumen, lo que somos.
Por tanto, autocuidado será para ti lo que descubras y quieras que sea. También es, como en el caso de los aviones, priorizarnos y ponernos la mascarilla antes que al peque. ¿Por qué? Porque te necesitan, y necesitan que estés bien para poder aprender esa parte de ti. ¿Tienes que estar bien siempre? No, claro que no, pero si queremos que crezcan fuertes, con valentía para tomar decisiones, con criterio, con asertividad… cuidarnos a nosotros mismos es a su vez un derecho y una obligación. ¿Cómo vamos a regar las semillitas si la regadera se ha quedado sin agua?
¿Cómo podemos empezar a poner el autocuidado en práctica?
En muchas ocasiones no disponemos de todo el tiempo que nos gustaría para poder irnos y desconectar, pero algo que a mí me ayuda es pensar y darme cuenta más que el qué hacemos es el desde dónde lo hacemos. Por ejemplo: a mí me suele gustar llevar las uñas decoradas, y suelo ir a hacérmelas a un sitio especializado. Igual empezó como un hábito de autocuidado, o como algo que me apetecía por dedicarme el tiempo… sin embargo, ha habido momentos en los que lo he considerado una obligación porque estaba en un momento con menos tiempo y consideraba que no me apetecía perder un par de horas entre ir, estar y volver. O por cansancio, o por rutina… y está bien darse cuenta de eso y plantearnos si necesitamos otra fuente de autocuidado.
Lo mismo puede suceder con un baño, con cocinar, con el deporte… para algunas personas será autocuidado, para otras será una mera obligación, y para la mayoría de nosotros habrá momentos en los que sea pura rutina y un incordio y otras en los que la misma actividad, con calma y con buen humor, se convierta en un ratito con nosotros mismos muy agradable y necesario. ¿Cuándo sucede eso? Normalmente cuando es una elección y no una imposición. Algunas cosas que podemos hacer son:
Crear rutinas de autocuidado. Sobre todo cuando uno está en el punto de darse cuenta de la importancia, agendar y buscar un hueco para estar con nosotros mismos hace que se convierta en algo igual de importante que cuando alguien nos pide que estemos para ellos. Quedar contigo es importante, no puede ser siempre algo que hagas solo cuando nadie más te reclame.
Establecer límites y aprender a decir no. Como comentaba antes, decir no supone escuchar las necesidades y hacerse respetar. Para mí es uno de los aspectos del autocuidado más importantes.
Fomentar hobbies y actividades que aporten alegría y relajación. Buscar diferentes fuentes de energía que le sienten bien a nuestro cuerpo, y llegar a acuerdos dentro de la familia para que todo el mundo pueda disfrutar de esos ratitos.
Fomentar la comunicación asertiva y el respeto a las necesidades, para que nadie se sienta egoísta al expresarse ni haya un desequilibrio en las tareas y momentos de ocio.
Y hasta aquí el post de hoy. Me encantaría que a base de repetirnos “cuidarse no es egoísta” nos resultase mucho más fácil escuchar nuestras necesidades y ponerlas al nivel (ya no digo por encima) de los demás. Espero haber podido ayudar si te has sentido identificado/a en algún momento y, recuerda, si no lo haces por ti, hazlo por ellos. (Aunque hacerlo por ti sería uno de los primeros pasos importantes en entender esta filosofía). ¡Ah! Y antes de irme, agradecería que lo compartieras con alguien a quien pudiera ayudar. Millones de gracias. ¡Hasta la próxima!
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